Hoy andaba pensando acerca de mi infancia y me acordé de un libro que leí en la escuela, fue un libro que me encantó, se llama (como lo pueden ver en el título): El Club de la Salamandra.
Se trata sobre un jóven traductor, huérfano de padre y madre (el papá perdido en el mar con posible chanse de haber sobrevivido (acabando siendo el rey de una tribu caníbal) y su mamá murió en un barco ballenero (ella siendo cocinera).
jueves, 19 de noviembre de 2015
Destrozando al feminismo
Hola compas, hoy les quiero hablar acerca de un tema que nos hemos topado frecuentemente (más de lo que quisieramos), el feminismo.
Pero, ¿qué es el feminismo?:
El feminismo es un conjunto de movimientos políticos, culturales y económicos que tienen como objetivo la reivindicación de los derechos femeninos.
Esa es supuestamente el plan, pero, nosotros nos hemos topado alguna vez con ese tipo de chicas y mujeres, son muy mandonas, lo que representan es algo bueno, pero lo que hacen ya no es necesario, estos son las cosas por las que intentan pelear hoy en día:
- Descensurar la parte de arriba (la "personalidad")
- Que el llamarlas "mandonas" sea considerado ilegal
- Etcétera, etcétera, etcétera.
Ahora seré sincero, YA NO ES NECESARIO EL FEMINISMO, lo que antes eran mujeres que peleaban por ser tratadas por igual, ahora es más una sombra de ello que lucha por la supremacía sobre el sexo opuesto, y ya está pasando.
Ellas discuten y se aferran con uñas y dientes a las "injusticias" que sufren ante los hombres, pero que me dicen de las injusticias que los hombres tenemos ante ellas:
- La ley es más rápida para ellas (en especial si es una violación)
- Reciben menos tiempo en la cárcel.
- No reciben multas pues coquetean con los policías.
Yo digo que se debería de disolver los movimientos, ya no hay nada por defender, y creanme que me he topado con muchas chicas de todo tipo (y rechazado por todas :P), Si en verdad queremos ser iguales, será mejor que dejen de defender lo indefendible, En vez de gritar ME ESTÁN VIOLANDO cada vez que alguien se acerca, mejor intenten empatizar, tienen un problema: pues platiquen, somos humanos, debemos estar unidos, no pelear ni aceptar tratos con pistola en la espalda, si queremos evolucionar tanto como especie como sociedad, hay que llevarnos bien, pues sólo tengo algo que decir:
"Tenemos mucho en común, el mismo planeta, el mismo aire, el mismo cielo, tal vez si empezamos a ver lo que es igual en lugar de ver siempre lo que es diferente, quien sabe..."
Pero, ¿qué es el feminismo?:
El feminismo es un conjunto de movimientos políticos, culturales y económicos que tienen como objetivo la reivindicación de los derechos femeninos.
Esa es supuestamente el plan, pero, nosotros nos hemos topado alguna vez con ese tipo de chicas y mujeres, son muy mandonas, lo que representan es algo bueno, pero lo que hacen ya no es necesario, estos son las cosas por las que intentan pelear hoy en día:
- Descensurar la parte de arriba (la "personalidad")
- Que el llamarlas "mandonas" sea considerado ilegal
- Etcétera, etcétera, etcétera.
Ahora seré sincero, YA NO ES NECESARIO EL FEMINISMO, lo que antes eran mujeres que peleaban por ser tratadas por igual, ahora es más una sombra de ello que lucha por la supremacía sobre el sexo opuesto, y ya está pasando.
Ellas discuten y se aferran con uñas y dientes a las "injusticias" que sufren ante los hombres, pero que me dicen de las injusticias que los hombres tenemos ante ellas:
- La ley es más rápida para ellas (en especial si es una violación)
- Reciben menos tiempo en la cárcel.
- No reciben multas pues coquetean con los policías.
Yo digo que se debería de disolver los movimientos, ya no hay nada por defender, y creanme que me he topado con muchas chicas de todo tipo (y rechazado por todas :P), Si en verdad queremos ser iguales, será mejor que dejen de defender lo indefendible, En vez de gritar ME ESTÁN VIOLANDO cada vez que alguien se acerca, mejor intenten empatizar, tienen un problema: pues platiquen, somos humanos, debemos estar unidos, no pelear ni aceptar tratos con pistola en la espalda, si queremos evolucionar tanto como especie como sociedad, hay que llevarnos bien, pues sólo tengo algo que decir:
"Tenemos mucho en común, el mismo planeta, el mismo aire, el mismo cielo, tal vez si empezamos a ver lo que es igual en lugar de ver siempre lo que es diferente, quien sabe..."
lunes, 16 de noviembre de 2015
Tres Mujeres
Primera voz
Soy lenta como el mundo. Soy muy paciente,
giro en mi tiempo, los soles y estrellas
me miran con atención.
La preocupación de la luna es más personal:
ella pasa y vuelve a pasar, luminosa como una enfermera.
¿Está apenada por lo que va a suceder? No creo.
Simplemente la fertilidad la deja asombrada.
Cuando salgo, soy un gran acontecimiento.
No necesito pensar, ni siquiera ensayar.
Lo que sucede adentro mío va a suceder sin llamar la atención.
El faisán está parado en la colina
arreglando sus plumas marrones.
No puedo evitar sonreír por lo que sé.
Hojas y pétalos me asisten. Estoy lista.
Habla sobre estar lista para tener hijos.
Segunda Voz
Cuando vi por primera vez el pequeño goteo rojo, no lo pude creer.
Vi a los hombres pasar al lado mío en la oficina. ¡Eran tan chatos!
Había algo en ellos como de cartón, y ahora entendía
esa chata, chata monotonía de donde las ideas, destrucciones,
topadoras, guillotinas, cuartos blancos donde se chilla, procedían
y procedían sin fin – y los ángeles blancos, las abstracciones.
Me senté en mi escritorio, con las medias puestas, los tacos altos,
y el hombre para quien trabajo se rió: “¿Viste algo terrible?
De pronto estás toda pálida”. Y no contesté nada.
Vi a la muerte en los árboles pelados, una privación.
No lo podía creer. ¿Es tan difícil
para el espíritu concebir una cara, una boca?
Las cartas vienen de esas llaves negras y las llaves negras vienen
de mis dedos alfabéticos, ordenando partes,
partes, pedacitos, empleaditos, los brillantes múltiplos.
Muero mientras estoy sentada. Pierdo una dimensión.
Los trenes rugen en mis oídos, ¡partidas, partidas!
La huella plateada del tiempo se vacía en la distancia,
el cielo blanco se vacía de promesas como una taza.
Éstos son mis pies, estos ecos mecánicos.
Tap, tap, tap, se identifica el acero. Me encuentro esperando.
Ésta es una enfermedad que llevo a casa, es una muerte.
Repito: es una muerte. ¿Es el aire,
las partículas de destrucción lo que absorbo? ¿Soy un pulso
que declina y declina, mirando al ángel frío?
¿Es éste mi amante entonces? ¿Esta muerte, esta muerte?
De chica amé un nombre comido por los hongos.
¿Es éste el único pecado, este viejo y muerto amor por la muerte?
Habla sobre la menstruación (tal vez la menarquía)
Tercera Voz
Recuerdo el minuto cuando lo supe con certeza.
Los sauces daban miedo,
la cara en la laguna era hermosa pero no era mía –
tenía una mirada significativa, como todo lo demás,
y todo lo que podía ver eran peligros: palomas y palabras,
estrellas y lluvias de oro – ¡concepciones, concepciones!
Recuerdo una blanca y fría ala
y al gran cisne con su mirada terrible
viniendo hacia mí, como un castillo, desde la cima del río.
Hay una serpiente en los cisnes.
Se deslizaba; su ojo tenía un significado negro.
Vi al mundo en él – chico, malvado y negro,
cada palabrita enganchada a cada palabrita, los actos a los actos.
Un día azul caluroso había florecido en alguna cosa.
Yo no estaba lista. Las nubes blancas juntándose
a un costado me estaban arrastrando en cuatro direcciones.
No estaba lista.
No había admiración por mi parte.
Pensé que podía negar la consecuencia –
pero era muy tarde para eso. Era muy tarde y la cara
siguió cambiando de forma con amor, como si yo estuviera lista.
No sé lo que trate de explicar, pero sí recuerdo que en la literatura, el cisne es relacionado con la traición, las apariencias engañan, y toda esas cosas, y con lo de la serpiente... Tal vez haya un traidor entre los traidores.
Lamento no haber puesto fotos, es que es difícil ir a la calle y preguntarles a las chicas si me dejan tomarles una foto sin recibir una cachetada guajolotera y una denuncia por acoso sexual (este feminismo de hoy en día (hablaré de él en otro momento), o ir al hospital para tomarle una foto a una señora dando a luz sin que me corran a patadas.
Soy lenta como el mundo. Soy muy paciente,
giro en mi tiempo, los soles y estrellas
me miran con atención.
La preocupación de la luna es más personal:
ella pasa y vuelve a pasar, luminosa como una enfermera.
¿Está apenada por lo que va a suceder? No creo.
Simplemente la fertilidad la deja asombrada.
Cuando salgo, soy un gran acontecimiento.
No necesito pensar, ni siquiera ensayar.
Lo que sucede adentro mío va a suceder sin llamar la atención.
El faisán está parado en la colina
arreglando sus plumas marrones.
No puedo evitar sonreír por lo que sé.
Hojas y pétalos me asisten. Estoy lista.
Habla sobre estar lista para tener hijos.
Segunda Voz
Cuando vi por primera vez el pequeño goteo rojo, no lo pude creer.
Vi a los hombres pasar al lado mío en la oficina. ¡Eran tan chatos!
Había algo en ellos como de cartón, y ahora entendía
esa chata, chata monotonía de donde las ideas, destrucciones,
topadoras, guillotinas, cuartos blancos donde se chilla, procedían
y procedían sin fin – y los ángeles blancos, las abstracciones.
Me senté en mi escritorio, con las medias puestas, los tacos altos,
y el hombre para quien trabajo se rió: “¿Viste algo terrible?
De pronto estás toda pálida”. Y no contesté nada.
Vi a la muerte en los árboles pelados, una privación.
No lo podía creer. ¿Es tan difícil
para el espíritu concebir una cara, una boca?
Las cartas vienen de esas llaves negras y las llaves negras vienen
de mis dedos alfabéticos, ordenando partes,
partes, pedacitos, empleaditos, los brillantes múltiplos.
Muero mientras estoy sentada. Pierdo una dimensión.
Los trenes rugen en mis oídos, ¡partidas, partidas!
La huella plateada del tiempo se vacía en la distancia,
el cielo blanco se vacía de promesas como una taza.
Éstos son mis pies, estos ecos mecánicos.
Tap, tap, tap, se identifica el acero. Me encuentro esperando.
Ésta es una enfermedad que llevo a casa, es una muerte.
Repito: es una muerte. ¿Es el aire,
las partículas de destrucción lo que absorbo? ¿Soy un pulso
que declina y declina, mirando al ángel frío?
¿Es éste mi amante entonces? ¿Esta muerte, esta muerte?
De chica amé un nombre comido por los hongos.
¿Es éste el único pecado, este viejo y muerto amor por la muerte?
Habla sobre la menstruación (tal vez la menarquía)
Tercera Voz
Recuerdo el minuto cuando lo supe con certeza.
Los sauces daban miedo,
la cara en la laguna era hermosa pero no era mía –
tenía una mirada significativa, como todo lo demás,
y todo lo que podía ver eran peligros: palomas y palabras,
estrellas y lluvias de oro – ¡concepciones, concepciones!
Recuerdo una blanca y fría ala
y al gran cisne con su mirada terrible
viniendo hacia mí, como un castillo, desde la cima del río.
Hay una serpiente en los cisnes.
Se deslizaba; su ojo tenía un significado negro.
Vi al mundo en él – chico, malvado y negro,
cada palabrita enganchada a cada palabrita, los actos a los actos.
Un día azul caluroso había florecido en alguna cosa.
Yo no estaba lista. Las nubes blancas juntándose
a un costado me estaban arrastrando en cuatro direcciones.
No estaba lista.
No había admiración por mi parte.
Pensé que podía negar la consecuencia –
pero era muy tarde para eso. Era muy tarde y la cara
siguió cambiando de forma con amor, como si yo estuviera lista.
No sé lo que trate de explicar, pero sí recuerdo que en la literatura, el cisne es relacionado con la traición, las apariencias engañan, y toda esas cosas, y con lo de la serpiente... Tal vez haya un traidor entre los traidores.
Lamento no haber puesto fotos, es que es difícil ir a la calle y preguntarles a las chicas si me dejan tomarles una foto sin recibir una cachetada guajolotera y una denuncia por acoso sexual (este feminismo de hoy en día (hablaré de él en otro momento), o ir al hospital para tomarle una foto a una señora dando a luz sin que me corran a patadas.
jueves, 12 de noviembre de 2015
Sylvia Plath
Sylvia Plath fue una escritora y poeta estadounidense. Nació en Boston, Massachussets (Estados Unidos) en 1932 y murió en Londres el 11 de febrero de 1963 (se suicidó), Durante su corta vida, ella escribió algunos libros de poesía, entre ellos se encuentran: Ariel, Tres Mujeres y La campana del desamparo.
Tres Mujeres; fue una historia creada por Sylvia Plath (como se mencionó antes) durante su época de escritora/poeta. En ella se relata lo que la escritora siente sobre la regla, el parto, matrimonio (cosas de chicas que los hombres difícil o imposiblemente entendemos).
Tres Mujeres; fue una historia creada por Sylvia Plath (como se mencionó antes) durante su época de escritora/poeta. En ella se relata lo que la escritora siente sobre la regla, el parto, matrimonio (cosas de chicas que los hombres difícil o imposiblemente entendemos).
lunes, 9 de noviembre de 2015
Un fin de suerte
Hola compas, que bueno es verlos otra vez, lamento no haber escrito ayer (tenía problemas técnicos), pero ahora sí que puedo, venga, este fue mi fin de semana:
- Sábado:
- Fui a mis clases de robótica
- Acompañé a mi hermano a un partido de fut, por cierto, en las instalaciones, me encontré esto:
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKsxpjyXZu6TqF9wk11iwIDdshkxhCiw5yLmVYjTas0OMU0QELUjhAawHMbbjt4fv9y3GC6gbqQFHgYFlpC6_raoxrTuDcTu7a27GmhutbYkPoSrv8XbK1WZDVxN4l0kJ0u63Zd5QjEl4/s320/20151107_134136.jpg)
#suertudo
Esta foto es original, la tomé yo mismo y sí, es real (esa hermosa y sensual mano es mía).
Domingo:
Fui al cine a ver la peli de 007:Spectre, muy bueno (pero no le entendí ni papas, ADVERTENCIA: sólo véanla si viste TODAS las pelis de 007).
- Sábado:
- Fui a mis clases de robótica
- Acompañé a mi hermano a un partido de fut, por cierto, en las instalaciones, me encontré esto:
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKsxpjyXZu6TqF9wk11iwIDdshkxhCiw5yLmVYjTas0OMU0QELUjhAawHMbbjt4fv9y3GC6gbqQFHgYFlpC6_raoxrTuDcTu7a27GmhutbYkPoSrv8XbK1WZDVxN4l0kJ0u63Zd5QjEl4/s320/20151107_134136.jpg)
#suertudo
Esta foto es original, la tomé yo mismo y sí, es real (esa hermosa y sensual mano es mía).
Domingo:
Fui al cine a ver la peli de 007:Spectre, muy bueno (pero no le entendí ni papas, ADVERTENCIA: sólo véanla si viste TODAS las pelis de 007).
martes, 3 de noviembre de 2015
Fragmento de Diario (fragmento 3/3)
Joinville (esciielí de ginma.si;i), 25 (i ' enero de 1875.
Esta tarde, al fin de un día triste de invierno tras la mezquina comida de
costumbre, en ínedio del ruido y de voces diferentes, éntrela atmósfera
densa y ahumada de la mesa de oficiales, me he sentido, de pronto, trans-.
portado por el recuerdo al gran mar turbulento, al aire puro de los trópicos.
He vuelto a ver como en un sueño, el viejo «Espadón», combatido por
las olas de los alisios, y todas mis impresiones de entonces, ya lejanas y
olvidadas, han aparecido ante mí con toda la sorprendente nitidez de la
realidad.
Era aquella tarde de agosto, en que, de cuatro en cuatro, bajada la pasarela, anunciando al comandante:—'El pico de Tenerife a la vista por el lado de babor*. Yo era entonces, el segundo del «Espadón», un viejo barquito medio desguazado (pie regresaba del Senegal: pero, a bordo, nos queríamos todos- - todos mis hombres me querían y de todos he sentido separarme cuando ha llegado la hora de dejarlos.
Berny, el gran timonel Francisco Berny, que era un poco mi preferido, amusgaba sus ojos y no veía nada aún. —Es verdad— dijo nuestro bravo capitán—, cuando hubo comprobado el hecho con su catalejo. Señor teniente: tiene usted buena vista... Y la alegre nueva corrió rápida hasta el fondo de la cala:—El teniente ha visto tierra, el pico de Tenerife, por el lado de babor!
Desde quince dias atrás todo era trabajo para nosotros; el mal tiempo nos acosaba sin parar y nuestro viejo barco estaba lleno de agua. Mojados y un poco desalentados todos, estábamos extenuados de fatiga. Era extraño esto de verse un puñado de amigos expuestos en el mar sobre una casita tan pequeña y tan poco estable; pero las impresiones que se experimentan en semejantes circunstancias, sólo los marinos pueden comprenderlas.
Aquella tarde el alisic húmedo dispersaba sobre nuestras cabezas las nubecillas rápidas del mal tiempo de los trópicos, El sol acababa de desapaecer, la tarde era fría y la mar gruesa. Estábamos cubiertos de salpicaduras. lacia tiempo que mis ojos buscaban la tierra en la dirección indicada por nis cálculos del dia... Por encima de una faja de vagos vapores lejanos dibujábase apenas en el cielo, claro aún, una forma alta, que era preciso ojos e marino para distinguirla. En aqueña silueta indecisa reconocí el pico de 'enerife; silueta que me había chocado ya, tres años antes, cuando efectúala mi primer viaje a través del mundo.
El fuerte viento que nos envolvía con su humedad salada, era cada vez las frío y el mar arreciaba aún al acercarse la noche; pero la alegría .había uelto a bordo, y los marineros cantaban... Teníamos ya la tierra allí, muy erca, la tierra de Tenerife. Aquel punto tan problemático de nuestra traveia estaba alcanzado y estábamos ya al final de nuestras fatigas...
Entramos transidos, el capitán y yo, en el quiosco de los mapas, a romrobar, a pesar de los bandazos, la posición exacta de nuestro barco. Este recuerdo que me ha dejado el «Espadón>, ocupan, entre tantos otros n lugar aparte.,. Siempre el peligro el fuerte viento, la mar agitada, la inertidumbre del mañana, y con ello, la conciencia del deber cumplido,..la isponsabilidad de todas las horas, de todos los instantes, la necesidad aboluta de emplear en provecho común, todos los recursos de mi inteligencia de mis conocimientos. Allí cumplía yo mis penosos deberes de marino, jn el corazón lleno de pasión y mientras mi vida íntima atravesaba inaudiis circunstancias.
Sentíame revivir, también, tras el enervamiento del Senegal, respirando juel vivo aire del gran mar, en la proximidad de regiones templadas. Al nal del viaje estaba Francia y estaba Ella, mi adorada, y todos mis queri- ]S deudos a quienes iba a ver... Pero el encanto de este sueño ha pasado muy rápido y he vuelto a caer ssadamente en mi mismo, volviendo a la ahumada mesa, al abotargamienI del invierno y al estrépido de las conversaciones estúpidas ... Mis recuer- }S se han hecho confusos y apenas he podido volver a anudar su continuación...
No obstante me acordaba de que al salir del quiosco de los mapas, desindi al entrepuente obscuro, hasta mi cámara, al único rincón del barco i que ardía aún una luz. En medio del desorden general, apuella cámara ibía sido respetada... Su bienestar resultaba insolente entre tanta miseria. Levantada la cortina se estaba ailí como en un santuario exótico de ricos llores. Había por todas partes, armas, collares, brillante^ panoplias, rosabas hechas con nácar y alas de pájaros de los trópicos... Yo había coloca- > allí todo este lujo, porque Ella había de verlo...
Sobre mi bajo lecho, cubierto con una gran tela yoloff, encontré sentado i hombre! el hombre de vestido rojo, el spahí de Cora (1). Cuando entré levantó tristemente su hermosa cabeza. «¿Es verdad, mi teente, que ha visto usted ¡tierra?... Tanto peor. Yo hubiese querido que no igásemos jamás...>
Texto sacado de: http://mdc.ulpgc.es/cdm/ref/collection/revhistoria/id/314
Era aquella tarde de agosto, en que, de cuatro en cuatro, bajada la pasarela, anunciando al comandante:—'El pico de Tenerife a la vista por el lado de babor*. Yo era entonces, el segundo del «Espadón», un viejo barquito medio desguazado (pie regresaba del Senegal: pero, a bordo, nos queríamos todos- - todos mis hombres me querían y de todos he sentido separarme cuando ha llegado la hora de dejarlos.
Berny, el gran timonel Francisco Berny, que era un poco mi preferido, amusgaba sus ojos y no veía nada aún. —Es verdad— dijo nuestro bravo capitán—, cuando hubo comprobado el hecho con su catalejo. Señor teniente: tiene usted buena vista... Y la alegre nueva corrió rápida hasta el fondo de la cala:—El teniente ha visto tierra, el pico de Tenerife, por el lado de babor!
Desde quince dias atrás todo era trabajo para nosotros; el mal tiempo nos acosaba sin parar y nuestro viejo barco estaba lleno de agua. Mojados y un poco desalentados todos, estábamos extenuados de fatiga. Era extraño esto de verse un puñado de amigos expuestos en el mar sobre una casita tan pequeña y tan poco estable; pero las impresiones que se experimentan en semejantes circunstancias, sólo los marinos pueden comprenderlas.
Aquella tarde el alisic húmedo dispersaba sobre nuestras cabezas las nubecillas rápidas del mal tiempo de los trópicos, El sol acababa de desapaecer, la tarde era fría y la mar gruesa. Estábamos cubiertos de salpicaduras. lacia tiempo que mis ojos buscaban la tierra en la dirección indicada por nis cálculos del dia... Por encima de una faja de vagos vapores lejanos dibujábase apenas en el cielo, claro aún, una forma alta, que era preciso ojos e marino para distinguirla. En aqueña silueta indecisa reconocí el pico de 'enerife; silueta que me había chocado ya, tres años antes, cuando efectúala mi primer viaje a través del mundo.
El fuerte viento que nos envolvía con su humedad salada, era cada vez las frío y el mar arreciaba aún al acercarse la noche; pero la alegría .había uelto a bordo, y los marineros cantaban... Teníamos ya la tierra allí, muy erca, la tierra de Tenerife. Aquel punto tan problemático de nuestra traveia estaba alcanzado y estábamos ya al final de nuestras fatigas...
Entramos transidos, el capitán y yo, en el quiosco de los mapas, a romrobar, a pesar de los bandazos, la posición exacta de nuestro barco. Este recuerdo que me ha dejado el «Espadón>, ocupan, entre tantos otros n lugar aparte.,. Siempre el peligro el fuerte viento, la mar agitada, la inertidumbre del mañana, y con ello, la conciencia del deber cumplido,..la isponsabilidad de todas las horas, de todos los instantes, la necesidad aboluta de emplear en provecho común, todos los recursos de mi inteligencia de mis conocimientos. Allí cumplía yo mis penosos deberes de marino, jn el corazón lleno de pasión y mientras mi vida íntima atravesaba inaudiis circunstancias.
Sentíame revivir, también, tras el enervamiento del Senegal, respirando juel vivo aire del gran mar, en la proximidad de regiones templadas. Al nal del viaje estaba Francia y estaba Ella, mi adorada, y todos mis queri- ]S deudos a quienes iba a ver... Pero el encanto de este sueño ha pasado muy rápido y he vuelto a caer ssadamente en mi mismo, volviendo a la ahumada mesa, al abotargamienI del invierno y al estrépido de las conversaciones estúpidas ... Mis recuer- }S se han hecho confusos y apenas he podido volver a anudar su continuación...
No obstante me acordaba de que al salir del quiosco de los mapas, desindi al entrepuente obscuro, hasta mi cámara, al único rincón del barco i que ardía aún una luz. En medio del desorden general, apuella cámara ibía sido respetada... Su bienestar resultaba insolente entre tanta miseria. Levantada la cortina se estaba ailí como en un santuario exótico de ricos llores. Había por todas partes, armas, collares, brillante^ panoplias, rosabas hechas con nácar y alas de pájaros de los trópicos... Yo había coloca- > allí todo este lujo, porque Ella había de verlo...
Sobre mi bajo lecho, cubierto con una gran tela yoloff, encontré sentado i hombre! el hombre de vestido rojo, el spahí de Cora (1). Cuando entré levantó tristemente su hermosa cabeza. «¿Es verdad, mi teente, que ha visto usted ¡tierra?... Tanto peor. Yo hubiese querido que no igásemos jamás...>
Texto sacado de: http://mdc.ulpgc.es/cdm/ref/collection/revhistoria/id/314
Fragmento de Diario (fragmento 2/3)
Diario íntimo de Antoinette
Querido diario, primero me presento, mi nombre es Anoinette tengo 14 años, tengo el cabello corto, no soy ni de baja ni de alta estatura. Siento la necesidad de comenzar a escribirte y contarte lo que me está sucediendo porque mi familia está pasando por un período de cambios y no tengo a nadie para charlarlo.
10 de abril
Primero que nada, te cuento que mi padre tuvo un ascenso laboral que implicó una serie de lujos que nunca habíamos tenido y pasamos a vivir en muchas mejores condiciones de vida. Por este cambio drástico, a mi madre se le ocurrió la idea de organizar un baile invitando a la gente de mejor clase social para que sepan que ahora somos ricos y para estar en el entorno de esa gente, que son políticos o grandes condeses.
Obtenido de: http://ict.edu.ar/renovacion/wp-content/uploads/2013/05/Fragmentos-de-un-diario-%C3%ADntimo-Agust%C3%ADn-Gramigna.pdf
Querido diario, primero me presento, mi nombre es Anoinette tengo 14 años, tengo el cabello corto, no soy ni de baja ni de alta estatura. Siento la necesidad de comenzar a escribirte y contarte lo que me está sucediendo porque mi familia está pasando por un período de cambios y no tengo a nadie para charlarlo.
10 de abril
Primero que nada, te cuento que mi padre tuvo un ascenso laboral que implicó una serie de lujos que nunca habíamos tenido y pasamos a vivir en muchas mejores condiciones de vida. Por este cambio drástico, a mi madre se le ocurrió la idea de organizar un baile invitando a la gente de mejor clase social para que sepan que ahora somos ricos y para estar en el entorno de esa gente, que son políticos o grandes condeses.
Obtenido de: http://ict.edu.ar/renovacion/wp-content/uploads/2013/05/Fragmentos-de-un-diario-%C3%ADntimo-Agust%C3%ADn-Gramigna.pdf
Fragmento de Diario (fragmento 1/3)
Día 14
24 de enero de 2010
Hoy fue un día agotador, como todos los demás desde el comienzo del verano. Recién terminó la última función de este domingo que en una hora se va. Estoy cansado del encierro, de que la gente me mire únicamente como un bello y simpático animal, sin reparar en la tristeza de mis ojos. Qué ignorante es el Hombre, ¿o acaso cree que para un tigre es gratificante estar en cautiverio desde hace nueve años y dedicar su vida a los espectáculos de un circo mediocre?
Tengo sueño y las ganas de seguir escribiendo desaparecieron.
Obtenido de: https://escritoenelblog.wordpress.com/2010/05/15/fragmentos-de-un-diario-intimo/
El Diario
El diario que conocemos es más que sólo un cuaderno, es un género literario:
Se trata de un texto que habla, de forma fragmentada, acerca de la vida de quien escribió en él, puede contar muchas cosas, desde un adolescente que tuvo un verano para recordar por siempre (de la forma negativa), hasta de una niña pequeña que sobrevivió al holocausto, nadie sabe y nadie lo sabrá hasta que nos hayamos sumergido en sus páginas.
Este género existe desde un largo tiempo, desde la invención de la escritura me atrevería a decir (tal vez me equivoque, tal vez...), sobreviviendo la edad media, la conquista, la colonia, guerras de todo tipo, hasta la actualidad.
Entre algunos grandes autores de éste género se encuentran:
Jeff Kinney (Diario de Greg), Laurie Halse Anderson (Fever 1793), y Anaïs Nin.
Se trata de un texto que habla, de forma fragmentada, acerca de la vida de quien escribió en él, puede contar muchas cosas, desde un adolescente que tuvo un verano para recordar por siempre (de la forma negativa), hasta de una niña pequeña que sobrevivió al holocausto, nadie sabe y nadie lo sabrá hasta que nos hayamos sumergido en sus páginas.
Este género existe desde un largo tiempo, desde la invención de la escritura me atrevería a decir (tal vez me equivoque, tal vez...), sobreviviendo la edad media, la conquista, la colonia, guerras de todo tipo, hasta la actualidad.
Entre algunos grandes autores de éste género se encuentran:
Jeff Kinney (Diario de Greg), Laurie Halse Anderson (Fever 1793), y Anaïs Nin.
domingo, 1 de noviembre de 2015
Un buen fin para el fin...
Que onda mirreyes como están, espero que bien porque yo me la pasé bien este fin de semana, estas son las cosas que hice:
- Viernes:
- Tiré barra como si no hubiera un mañana.
- Hice la montaña de tarea tamaño Mt. Everest (ABURRIDO!) (en serio, demasiada)
- Sábado:
- Fui con unos primos a celebrar Halloween, jugamos Mortal Kombat, y les gané a todos con Reptile 3>:)
- Fui a pedir Halloween, y aunque me llamen infantil, tengo mis razones:
1) Me gusta disfrazarme (pondré la foto de mi disfraz otro día, una pista, es el último aullido de la moda)
2) Me gustan los dulces
3) Me gusta modificar mis disfraces (soy un chico cosplay (bueno, estoy en ello)
4) Me gustan los DULCES
5-el infinito y más allá) DULCES!!!!!!!!
- Domingo:
- Fui al cumpleaños de mi abuelita, (en caso de que mi abuelita esté leyendo esto (menos probable a que consiga una novia (y eso es demasiado #foreveralone)): FELIZ CUMPLEAÑOS ABUELITA, TE QUIERO MUCHO MUCHO MUCHO DE LO QUE ES MUCHO MUCHO MUCHISISÍSIMO!)
Aquí les dejo una foto de la fiesta:
Por cierto chicos, tengo un pequeño proyecto para nosotros:
Ya que estoy practicando para la creación de cosplay, y me gusta crear/modificar disfraces, necesito que me ayuden para el disfraz del siguiente año, el disfraz del año que viene es: un dinosaurio, pero quiero que sea de los buenos, como este:
Ya se, el reto es grande, pero por eso necesito de ustedes, mis queridos y leales lectores, ayudenme de la forma que mejor les acomode, ya sea económicamente o con el ensamblaje, etc., a cambio les dejaré "bautizarlo" y el día de la "cacería" (el Halloween del año siguiente), nos tomaremos una foto y me acompañarán en la caza (les daré las coordenadas y el horario posteriormente), y por si fuera poco, ese día (o unos pocos días después) subiré una foto y con ella, promocionaré blogs y canales de youtube (escogan bien) de aquellos que me ayudaron (haré un sorteo entre aquellos que me ayudaron más) y subiré un video de la cacería.
Gracias por apoyarme (estén atentos pues las reglas pueden sufrir cambios al pasar el tiempo).
La foto del animatronic es la miniatura de un video no de mi propiedad: https://www.youtube.com/watch?v=BcAGgsor8sg
- Viernes:
- Tiré barra como si no hubiera un mañana.
- Hice la montaña de tarea tamaño Mt. Everest (ABURRIDO!) (en serio, demasiada)
- Sábado:
- Fui con unos primos a celebrar Halloween, jugamos Mortal Kombat, y les gané a todos con Reptile 3>:)
- Fui a pedir Halloween, y aunque me llamen infantil, tengo mis razones:
1) Me gusta disfrazarme (pondré la foto de mi disfraz otro día, una pista, es el último aullido de la moda)
2) Me gustan los dulces
3) Me gusta modificar mis disfraces (soy un chico cosplay (bueno, estoy en ello)
4) Me gustan los DULCES
5-el infinito y más allá) DULCES!!!!!!!!
- Domingo:
- Fui al cumpleaños de mi abuelita, (en caso de que mi abuelita esté leyendo esto (menos probable a que consiga una novia (y eso es demasiado #foreveralone)): FELIZ CUMPLEAÑOS ABUELITA, TE QUIERO MUCHO MUCHO MUCHO DE LO QUE ES MUCHO MUCHO MUCHISISÍSIMO!)
Aquí les dejo una foto de la fiesta:
Por cierto chicos, tengo un pequeño proyecto para nosotros:
Ya que estoy practicando para la creación de cosplay, y me gusta crear/modificar disfraces, necesito que me ayuden para el disfraz del siguiente año, el disfraz del año que viene es: un dinosaurio, pero quiero que sea de los buenos, como este:
Gracias por apoyarme (estén atentos pues las reglas pueden sufrir cambios al pasar el tiempo).
La foto del animatronic es la miniatura de un video no de mi propiedad: https://www.youtube.com/watch?v=BcAGgsor8sg
miércoles, 28 de octubre de 2015
Textos Históricos: Álbum fotográfico de Anaïs Nin
![](https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/6/6c/Anais_Nin.jpg)
Primera foto: tatteredcoverbookstore.blogspot.com
Segunda foto: www.elortiba.org
Tercera foto: uncajonrevuelto.com
Cuarta foto: lachicadelflequillo.es
Quinta foto: en.wikipedia.org
Sexta foto: www.enotes.com
Textos Históricos (semblanza sobre Anaïs Nin)
23 de octubre de 1932
Siempre creí que era la artista que llevo dentro la que hechizaba. Creía que era mi casa esotérica, los colores, las luces, mis vestidos, mi trabajo. Siempre estuve dentro de la concha de la gran artista que trabaja, temerosa e inconsciente de mi poder. ¿Qué ha hecho el doctor Allendy*?2 Ha dejado de lado a la artista, ha manejado y amado mi alma interior, sin sus antecedentes, sin mi creación. Incluso me ha inquietado su desinterés por la artista y me asombra que se haya apoderado así de mí, tan dépouillée de artificios, de ropajes, de encantos, de elixires. Y esta noche, a solas, a la espera de los visitantes, contemplo esta alma renacida y pienso en cómo han contribuido a ella los regalos de Hugh*, Allendy, Henry* y June*. Recuerdo el día en que di unas joyas a Ethel*, la hermana de Hugh. Y hoy, la prima Ana María* me da piedras para mi acuario y un pez, nuevo y humorístico, con aletas verdes. –Quiero ir a Londres contigo –me dice–. Quiero librarte de June. Y yo me tiendo de espaldas y lloro con gratitud infinita. Me voy a Londres. Tengo nuevas fuerzas y necesito vencer el dolor que sigue atormentándome. Necesito muchos días para aliviar un poco mi vida o para moverme dentro de mi diario, de mi historia. No puedo, en un día, librarme de la locura. Todavía me quedan horas para retorcerme de dolor, como en un horno, y me sucede cuando Henry me llama por teléfono para preguntarme si estoy bien y le contesto que sí. O cuando se cae una chincheta de un ángulo de la fotografía de «H. V. Miller, gángster-autor», y me doy cuenta de cuánto me he alejado del verdadero lesbianismo y que es solo la artista que llevo dentro, la energía dominadora, la que se expande para fecundar a las mujeres bellas en un plano difícil de aprehender y que no tiene en absoluto nada que ver con la actividad sexual ordinaria. ¿Quién creerá en el aliento y la altura de mis ambiciones, cuando perfumo la belleza de Ana María con mi conocimiento y experiencia, cuando la domino y la cortejo para enriquecerla, para crearla? ¿Quién creerá que dejé de amar a June cuando descubrí que ella destruye en lugar de amar? ¿Por qué no me sentí arrobada cuando June, una mujer magnífica, se hizo pequeña en mis brazos y me descubrió sus miedos, sus miedos de mí y de la experiencia?
El simoun sopla esta noche. Todo es un torbellino. Es de noche y he sido fuerte todo el día. No debo derrumbarme solo porque sea de noche y esté cansada.
Cuando veo que June está profundamente celosa de lo que he hecho por Henry, le digo que todo lo he hecho por ella. Ella también me miente y dice que habría querido conocerme antes que a Henry.
Pero yo continúo mi mentira con una verdad: recordé la lástima que sentí cuando leí en las notas de Henry que ella trabajaba para él y para Jean [Kronski*] y que una vez, en un arrebato de cansancio y asco, les gritó: «¡Los dos decís que me queréis, pero ninguno hace nada por mí!». Le recuerdo esto a June y deseo hacer algo por ella. Pero, tan pronto como lo digo, muere mi deseo, consciente de que es un deseo autodestructivo, que no tengo suficiente vitalidad, que he trabajado mucho para Henry y que no quiero hacer más sacrificios. Y muere mi espontaneidad, y mi generosidad se vuelve una mentira cuya frialdad me estremece, y deseo que los tres seamos capaces de admitir que estamos cansados de sacrificios y de sufrimientos inútiles.
Sin embargo, soy yo quien trabaja para Henry y June, pero con un espíritu rebelde. Consciente de que no hay razón para acusarme o castigarme, de que, por fin, estoy libre de culpa y merezco ser feliz.
June espera que yo diga lo que vamos a hacer juntas mañana por la noche; June cuenta con mi imaginación; June pretende que mi inexperiencia de la vida real me traicione. Ahora que dispongo de una noche para ella, ¿qué haré con la noche y con ella? Soy una escritora de páginas fantásticas, pero no sé cómo vivirlas.
17 René Lalou* es exuberante, enérgico, locuaz e ingenioso. Se sintió muy atraído por mí en contra de mis propios deseos, porque su estupendo equilibrio está muy lejos de mi oscuridad. Pero su exuberancia física pudo con él. Por primera vez fui consciente de mi poder para que un hombre sensato se mostrara poco serio y falto de ingenio. Contemplé cómo su claridad se hacía pedazos. Al final de la velada, René Lalou era un hombre con sangre española en las venas.
Me reí mucho, pero eché en falta mi amor, la cualidad más oscura, más densa de Henry. La brillantez de Lalou y su pasión por lo abstracto me interesaron, pero eché en falta a Henry, lo eché de menos.
Lalou habló en contra del surrealismo y luego me pidió lo que he escrito sobre June. Se burló de las obras para minorías y después dijo que le gustaría que me publicaran en sitios más conocidos que transition.
Esta mañana he recibido una bella carta de Allendy que termina «le plus dévoué, peut-être», y siento qué profundos caminos ha trazado en mí su extraña devoción, cuán sutilmente me rodea, sin tragedia ni sensacionalismo. Me siento como una persona drogada, enferma, que una mañana despierta a una claridad idílica: renacida.
¡Qué gran esfuerzo para librarme de la oscuridad y la asfixia, del enorme dolor que me ahoga, de mi propia laceración inquisitiva! Allendy me examina con amor doble –sus extraños ojos, su boca y sus manos cálidas–. Pero no quiero dar más, solo quiero tenderme de espaldas y recibir regalos. June tiene mi capa negra, pero con ella le di mi primer fragmento de odio. No estoy en su poder.
Ambos encontraron en mí la imagen intacta de ellos mismos, su respectiva identidad potencial: Henry vio al gran hombre que puede ser; June, su soberbia personalidad. Cada uno se aferra a su imagen buscando en mí la vida y la fuerza.
June, sin seguridad interior, solo puede mostrar su grandeza mediante su poder destructivo. Henry, hasta que me conoció, solo podía afirmar su grandeza en sus ataques a June. Se devoraban mutuamente: él la caricaturizaba; ella lo debilitaba al protegerlo. Y cuando han logrado destruirse, matarse, Henry llora la muerte de June y June llora porque Henry ya no es un dios y necesita un dios para quien vivir.
June quiere que Henry sea un Dostoyevski, pero, involuntaria e instintivamente, se lo impide. Quiere que él cante para alabarla, no que escriba un gran libro. Pero no es culpable de su destrucción. Es su aliento, su afirmación vital, cada movimiento de su yo, lo que confunde, empequeñece y destruye a los demás. Es sincera, intachable e inocente. 18 Yo he magnificado a Henry. Puedo hacer de él un Dostoyevski. Le infundo fortaleza. Soy consciente de mi poder, pero mi poder es femenino; exige combatir pero no vencer. Mi poder es también el del artista, de modo que no necesito la obra de Henry para magnificarme. No necesito que me alabe y, como soy artista antes que nada, puedo conservar mi yo –mi yo de mujer– en segundo término. No bloquea su trabajo. Doy sostén al artista que hay en él. June no quiere solo un artista, quiere también un amante y un esclavo. Puedo desatender las exigencias de mi yo, rendirme al arte, a la creación. Sobre todo a la creación. Y eso es lo que hago ahora: crear a June y a Henry. Alimentarlos con mi fe. En mi fragilidad está el simbolismo de esa frágil consecución que los obsesiona. June ve en mí a la mujer que tras visitar los infiernos sale ilesa y quiere permanecer ilesa. June no perderá su yo, su yo ideal. Y Henry quiere ser el Dostoyevski ideal. El artista. Encuentra en mí la imagen de esa identidad de artista. Completa, poderosa, ilimitada. No necesito su arte para glorificarme. Tengo mi propia creación. June, para ser más generosa, debería ser artista. Gracias a Allendy puedo renunciar a una mera victoria. Amo. Amo a ambos, a Henry y a June. Y June, que me ama ciegamente, busca también mi destrucción. Mis páginas sobre ella, que son una obra de arte, no la satisfacen. Ignora su fuerza y su belleza y repite la queja de que no es verdad todo lo que digo. Pero en ningún momento me dejo confundir. Con independencia de June, conozco el valor exacto de esas páginas. Mi obra, pues, en primer lugar. Tambaleante mi poder como artista, ¿qué otro poder me queda? Mi estímulo natural, mi vitalidad, mi verdadera imaginación, mi salud, mi vida creativa. ¿Y qué hará June con ellas? Drogarlas. June me ofrece muerte y destrucción. June me hechiza –habla con su rostro, sus caricias, me seduce, usa el amor que siento por ella para la destrucción–. Una muerte por partida doble. La frescura de mi cuerpo ha de destruirse para que mi cuerpo sea como el suyo. Dice: «Tu cuerpo es tan fresco y el mío tan estropeado». Y así, ciega, sin nada reprochable, inocente, matará mi frescura, lo intacto que ella ama. Matará todo cuanto ama. ¿De dónde viene este conocimiento oscuro? Del humo, de la locura, del champán, de la intoxicación de las caricias, de los besos y de la exaltación. Estamos en el Poisson d’Or, tocándonos las rodillas, ebrias la una de la otra; y June está embriagada de sí misma. Le ha dicho a Henry que no es nadie, que ha fracasado en su intento de ser un dios y un Dostoyevski, que es ella quien sí es un dios, su propio dios. Así se realiza el milagro. El engaño. Henry está muerto. June ha vuelto a 19 ser aniquiladora. «Henry», dice ella, «es un niño». Pero yo protesto y le digo que creo en Henry como artista y luego confieso que lo amo como hombre. Y entonces me pregunta: «Amas a Henry, ¿verdad?», y añade que yo hice a Henry mi mayor regalo. Mis ojos se empañan de dolor. Sabía que si lo admitía salvaba a Henry, porque Henry se convertiría de nuevo en un dios. Nadie, salvo un dios –dice ella–, puede ser amado por ella o por mí. Por lo tanto, Henry sería un dios. Y ella, en la inocencia de su enorme egoísmo, me pregunta: «¿Tienes celos de Henry?». Dios, ¿yo celosa del amor de Henry por June o del amor de June por Henry? Es entonces cuando me siento fluida, disuelta, fuyante. Y huyo de la tortura que me espera como un gigantesco exprimidor de sangre que oprimiera mi carne entre June y Henry. Escapo haciendo un esfuerzo sobrehumano para librarme de la destrucción y la locura. Quedo presa por un momento. June advierte en mis ojos el infinito dolor. He hecho a ambos mi gran ofrenda. Entrego el uno al otro, dando a cada uno la más bella imagen de ellos mismos. Soy únicamente la reveladora, la armonizadora. Y cuando vuelven a encontrarse, a ella le doy un Dostoyevski y a él una June creativa. Yo solo quedo aniquilada humanamente. Ambos me han amado. Mi amor por June y Henry es menor en proporción a mi rebelión contra el sufrimiento. Creo que amo en ellos una experiencia que no pueda destruirme –en la que ya no entro del todo– porque quiero vivir. Por la tarde. Ha venido Henry y, al principio, hemos estado tensos. Luego ha querido besarme y no se lo he permitido. No, no podía soportarlo. No, no debía tocarme, me habría herido. Le sorprendió. Me resistí. Me dijo que me deseaba más que nunca, que June se había convertido en una extraña, que las dos primeras noches con ella no había sentido ninguna pasión. Que, desde entonces, era como estar con una puta. Que me amaba y que solo conmigo sentía la conexión entre la imagen de su mente y su deseo, que era imposible amar a dos mujeres, que yo había desplazado a June. Antes de decirme todo eso ya me había rendido –la intimidad me pareció tan terriblemente natural: nada había cambiado–. Me sentí aturdida, todo me pareció igual. Y yo que había pensado que nuestra relación parecería irreal, que la relación natural entre June y Henry se renovaría. Ni siquiera puede acostumbrarse a su cuerpo; debe de ser porque no hay intimidad entre ellos. Lo miré todo como si se tratara de un fenómeno. Después de ocurrirme esto con Henry es posible creer en la fidelidad amorosa. Repaso 20 sus últimas páginas sobre el regreso de June y las encuentro vacías de emoción. Ella ha agotado sus emociones, las ha exagerado. Luego, todo el asunto me parece irreal y tengo la impresión de que Henry es el más sincero de los tres y que June y yo, o yo sola, lo engañamos. Ya no hay tragedia. ¡Henry y yo nos reímos juntos de las múltiples complicaciones de nuestras relaciones! Tengo miedo de lo que me ocurre. Miedo de mi frialdad. ¿Acaso Henry ha agotado, también, mis emociones por la angustia inconsciente que le produce la amenaza constante de June a nuestra felicidad? ¿O es que lo que a menudo se espera demasiado, la alegría que se desea demasiado, me aturde y soy incapaz de sentirla cuando llega? June le dice a Henry que he dicho que lo amo. Parece sorprendido. Quizá cree que estaba borracha cuando lo dije. –¿Cómo? ¿Qué quieres decir, June? –Oh, simplemente que te ama, no que quiera acostarse contigo. Y los tres nos echamos a reír. Pero me preocupa también que June crea tanto en mi amor que, cuando me pregunta si tengo celos de Henry, lo que quiere decirme es que debo eliminar a Henry, odiar a Henry, a causa de mi amor por ella. Recuerdo nuestras caricias anoche, en el taxi, mi cabeza echada hacia atrás bajo sus besos, pálida ella y mi mano en su pecho. No imaginó en ningún momento la escena de hoy. Y unas veces la engañada es ella, otras Henry y otras yo. Y Allendy y Hugo, los únicos hombres sinceros del mundo, están hablando en este momento, celosos de mí. Infeliz Hugo. Henry no tiene celos de June, sino de mí, tiene celos y teme que yo ame a June o a Allendy. Esta noche siento que quiero abarcar toda la experiencia, que puedo hacerlo sin ningún riesgo, puesto que Allendy me ha salvado. Que voy a ir con June a todas partes para adentrarme en todo. Carta a Henry: Fue estupendo que riéramos juntos, Henry. Cualquier cosa que haya entre June y yo solo sirve para que sienta con mayor confianza mi profundo amor por ti. Es como si estuviera pasando la mayor prueba de mi amor por ti. La mayor prueba de toda mi vida. Y aunque estuviera bebida, drogada, hechizada o cualquier cosa que me perdiera, siempre, siempre estarás tú, Henry... No quiero herirte mencionando a otros. No tienes que sentir celos, Henry; te pertenezco... Pero mi amor por Henry es un eco profundo, una prolongación profunda de un yo interior con una eterna doble cara. Tengo una doble 21 personalidad. Está mi amor profundo y desinteresado por Henry que puede cambiarse fácilmente por otro amor. Siento su terminación, igual que siento que el amor de Henry por mí terminará cuando él sea lo bastante fuerte para prescindir de mí. He hecho la obra de un psicoanalista, una pieza viva de clarificación y orientación. Es verdad, por lo tanto, lo que la astrología dice acerca de mi extraña influencia en la vida interior de los demás. Je prends conscience de mon pouvoir, de la fuerza de mis sueños. La misma June no tiene verdadera imaginación; si la tuviera, no necesitaría drogarse; June tiene hambre de imaginación. También Henry tuvo hambre. Y ambos me han enriquecido con sus experiencias. Me han dado mucho. Vida. Me han dado vida. Allendy ha despertado en mí la inteligencia, porque los sentimientos estaban hundiéndome, la vida me estaba hundiendo. Me dio la fortaleza, gracias a la cual libero mis pasiones y mis instintos sin morir, como antes. A veces me duele que ahora haya menos sentimientos y más inteligencia. Como si antes fuera más sincera. Pero si ser sincera consiste en arrojarse por la borda, es que era la sinceridad de la derrota. Suicidarse es fácil. Vivir sin un dios es más difícil. La embriaguez del triunfo es mayor que la embriaguez del sacrificio. Ya no necesito hacer tanto para ocultar la inutilidad de mis cambios internos, sustituir para comprender. Necesito hacer poco, pero ese poco me exige un gran esfuerzo. Por la tarde. Allendy espera que rompa con Henry. Veo adónde va con sus preguntas. Espera con ansiedad. Y hoy me siento conmovida por sus caricias. Son maravillosas. Le digo que lo amo. No cree en ninguna dualidad. ¿Lo creería si leyera mis diarios? ¿No son algunas frases que escribo más frías que lo que él imagina de mí? Esta vez tengo la impresión de estar jugando con Allendy. ¿Por qué? Creo que es más sincero que yo. Me conmueve y me da miedo. ¿Es a él a quien voy a herir –el primer hombre– y por qué? ¿O acaso todo esto no es más que mi manera de defenderme de su poder? Sentada aquí esta noche, recuerdo sus manos. Son carnosas, pero las puntas de sus dedos son idealistas. Cómo repasan el perfil de mi cuerpo, cómo hunde su cabeza en mi pecho y huele mi pelo. Cómo nos levantamos juntos y nos besamos, hasta que sentí vértigo. Henry no habría esperado para levantarme el vestido, habría perdido la cabeza. Luego vuelvo a casa alegre y animada y Hugh me tira sobre la cama, loco de celos, me folla delirante y me rasga el vestido para morderme 22 los hombros. Y finjo complacida, sorprendida por la tragedia de los modales cuando ya no sirven. La pasión de Hugh ha llegado demasiado tarde. Quiero estar en los brazos de Henry –la intimidad– o en los de Allendy –lo desconocido–. ¡Y yo, que siempre había querido que me desgarraran el vestido! Siento en demasía los alejamientos, los encuentros, las prolongaciones, los nuevos chispazos. Hay en mi cabeza un centro de control, todo diamantino, pero, cuando examino mis emociones, veo que se disparan en direcciones diferentes. Hay una tensión de superactividad, de superexpansión, el deseo de alcanzar de nuevo la cima gozosa que alcanzo con Henry. ¿Podré fundirme con Allendy? No lo creo, porque el mayor gozo, como Henry sabe ya, es intimidad, totalidad, pasión absoluta. ¿Cuántas intimidades hay en el mundo para una mujer como yo? ¿Soy una unidad? ¿Un monstruo? ¿Soy una mujer? ¿Qué me lleva a Allendy? La pasión por la abstracción, la sabiduría, el equilibrio, la fuerza. ¿A Henry? La pasión, la vida ardiente y desmedida, el desequilibrio del artista, la fusión y la fluidez de los creadores. Siempre dos hombres: el que es y el que ha de ser, siempre el momento alcanzado y el momento siguiente, adivinado demasiado pronto. Demasiada lucidez.
Los celos de Hugh me halagan. Está celoso de Allendy. Mañana irá a decirle que le ha quitado a su esposa, le dirá que está derrotado, que me ha entendido muy bien, todo lo bien que puede un científico, pero que él, Hugh, me posee. Hugh sabe que Allendy quería provocar sus celos, de una vez por todas, para que mostrara agresividad con los hombres y no amor y complacencia, para que se salvara de su pasividad homosexual, por la cual deja que otros hombres amen a su mujer. Sabe que todo esto debe de ser un juego psicoanalítico con un propósito definido, pero en este caso no se trata de un juego, porque los sentimientos de Allendy están involucrados. ¡De modo que lo que Hugh le diga herirá a Allendy! ¡Y Hugh va a herir al hombre que más ama para afirmar su hombría y su amor por mí! Y mientras Hugh me cuenta todo esto, con su nueva y clara intuición, yo permanezco en silencio, deseando temerosa que no haga daño a Allendy. Pienso ir a verlo y atenuar el efecto de las palabras de Hugh, la historia de Hugh sobre mi vestido roto. Aunque sé que Allendy no va a recibir daño, que está protegido por su tremenda clarividencia. Está tan seguro de que no amo a Hugh; y con cuánta seguridad me espera. ¡Admiro su terrible dominio de sí mismo, de la vida y del dolor!
Texto tomado de: http://www.siruela.com/archivos/fragmentos/IncestoFuego.pdf
Imagen tomada de: uncajonrevuelto.com
Siempre creí que era la artista que llevo dentro la que hechizaba. Creía que era mi casa esotérica, los colores, las luces, mis vestidos, mi trabajo. Siempre estuve dentro de la concha de la gran artista que trabaja, temerosa e inconsciente de mi poder. ¿Qué ha hecho el doctor Allendy*?2 Ha dejado de lado a la artista, ha manejado y amado mi alma interior, sin sus antecedentes, sin mi creación. Incluso me ha inquietado su desinterés por la artista y me asombra que se haya apoderado así de mí, tan dépouillée de artificios, de ropajes, de encantos, de elixires. Y esta noche, a solas, a la espera de los visitantes, contemplo esta alma renacida y pienso en cómo han contribuido a ella los regalos de Hugh*, Allendy, Henry* y June*. Recuerdo el día en que di unas joyas a Ethel*, la hermana de Hugh. Y hoy, la prima Ana María* me da piedras para mi acuario y un pez, nuevo y humorístico, con aletas verdes. –Quiero ir a Londres contigo –me dice–. Quiero librarte de June. Y yo me tiendo de espaldas y lloro con gratitud infinita. Me voy a Londres. Tengo nuevas fuerzas y necesito vencer el dolor que sigue atormentándome. Necesito muchos días para aliviar un poco mi vida o para moverme dentro de mi diario, de mi historia. No puedo, en un día, librarme de la locura. Todavía me quedan horas para retorcerme de dolor, como en un horno, y me sucede cuando Henry me llama por teléfono para preguntarme si estoy bien y le contesto que sí. O cuando se cae una chincheta de un ángulo de la fotografía de «H. V. Miller, gángster-autor», y me doy cuenta de cuánto me he alejado del verdadero lesbianismo y que es solo la artista que llevo dentro, la energía dominadora, la que se expande para fecundar a las mujeres bellas en un plano difícil de aprehender y que no tiene en absoluto nada que ver con la actividad sexual ordinaria. ¿Quién creerá en el aliento y la altura de mis ambiciones, cuando perfumo la belleza de Ana María con mi conocimiento y experiencia, cuando la domino y la cortejo para enriquecerla, para crearla? ¿Quién creerá que dejé de amar a June cuando descubrí que ella destruye en lugar de amar? ¿Por qué no me sentí arrobada cuando June, una mujer magnífica, se hizo pequeña en mis brazos y me descubrió sus miedos, sus miedos de mí y de la experiencia?
El simoun sopla esta noche. Todo es un torbellino. Es de noche y he sido fuerte todo el día. No debo derrumbarme solo porque sea de noche y esté cansada.
Cuando veo que June está profundamente celosa de lo que he hecho por Henry, le digo que todo lo he hecho por ella. Ella también me miente y dice que habría querido conocerme antes que a Henry.
Pero yo continúo mi mentira con una verdad: recordé la lástima que sentí cuando leí en las notas de Henry que ella trabajaba para él y para Jean [Kronski*] y que una vez, en un arrebato de cansancio y asco, les gritó: «¡Los dos decís que me queréis, pero ninguno hace nada por mí!». Le recuerdo esto a June y deseo hacer algo por ella. Pero, tan pronto como lo digo, muere mi deseo, consciente de que es un deseo autodestructivo, que no tengo suficiente vitalidad, que he trabajado mucho para Henry y que no quiero hacer más sacrificios. Y muere mi espontaneidad, y mi generosidad se vuelve una mentira cuya frialdad me estremece, y deseo que los tres seamos capaces de admitir que estamos cansados de sacrificios y de sufrimientos inútiles.
Sin embargo, soy yo quien trabaja para Henry y June, pero con un espíritu rebelde. Consciente de que no hay razón para acusarme o castigarme, de que, por fin, estoy libre de culpa y merezco ser feliz.
June espera que yo diga lo que vamos a hacer juntas mañana por la noche; June cuenta con mi imaginación; June pretende que mi inexperiencia de la vida real me traicione. Ahora que dispongo de una noche para ella, ¿qué haré con la noche y con ella? Soy una escritora de páginas fantásticas, pero no sé cómo vivirlas.
17 René Lalou* es exuberante, enérgico, locuaz e ingenioso. Se sintió muy atraído por mí en contra de mis propios deseos, porque su estupendo equilibrio está muy lejos de mi oscuridad. Pero su exuberancia física pudo con él. Por primera vez fui consciente de mi poder para que un hombre sensato se mostrara poco serio y falto de ingenio. Contemplé cómo su claridad se hacía pedazos. Al final de la velada, René Lalou era un hombre con sangre española en las venas.
Me reí mucho, pero eché en falta mi amor, la cualidad más oscura, más densa de Henry. La brillantez de Lalou y su pasión por lo abstracto me interesaron, pero eché en falta a Henry, lo eché de menos.
Lalou habló en contra del surrealismo y luego me pidió lo que he escrito sobre June. Se burló de las obras para minorías y después dijo que le gustaría que me publicaran en sitios más conocidos que transition.
Esta mañana he recibido una bella carta de Allendy que termina «le plus dévoué, peut-être», y siento qué profundos caminos ha trazado en mí su extraña devoción, cuán sutilmente me rodea, sin tragedia ni sensacionalismo. Me siento como una persona drogada, enferma, que una mañana despierta a una claridad idílica: renacida.
¡Qué gran esfuerzo para librarme de la oscuridad y la asfixia, del enorme dolor que me ahoga, de mi propia laceración inquisitiva! Allendy me examina con amor doble –sus extraños ojos, su boca y sus manos cálidas–. Pero no quiero dar más, solo quiero tenderme de espaldas y recibir regalos. June tiene mi capa negra, pero con ella le di mi primer fragmento de odio. No estoy en su poder.
Ambos encontraron en mí la imagen intacta de ellos mismos, su respectiva identidad potencial: Henry vio al gran hombre que puede ser; June, su soberbia personalidad. Cada uno se aferra a su imagen buscando en mí la vida y la fuerza.
June, sin seguridad interior, solo puede mostrar su grandeza mediante su poder destructivo. Henry, hasta que me conoció, solo podía afirmar su grandeza en sus ataques a June. Se devoraban mutuamente: él la caricaturizaba; ella lo debilitaba al protegerlo. Y cuando han logrado destruirse, matarse, Henry llora la muerte de June y June llora porque Henry ya no es un dios y necesita un dios para quien vivir.
June quiere que Henry sea un Dostoyevski, pero, involuntaria e instintivamente, se lo impide. Quiere que él cante para alabarla, no que escriba un gran libro. Pero no es culpable de su destrucción. Es su aliento, su afirmación vital, cada movimiento de su yo, lo que confunde, empequeñece y destruye a los demás. Es sincera, intachable e inocente. 18 Yo he magnificado a Henry. Puedo hacer de él un Dostoyevski. Le infundo fortaleza. Soy consciente de mi poder, pero mi poder es femenino; exige combatir pero no vencer. Mi poder es también el del artista, de modo que no necesito la obra de Henry para magnificarme. No necesito que me alabe y, como soy artista antes que nada, puedo conservar mi yo –mi yo de mujer– en segundo término. No bloquea su trabajo. Doy sostén al artista que hay en él. June no quiere solo un artista, quiere también un amante y un esclavo. Puedo desatender las exigencias de mi yo, rendirme al arte, a la creación. Sobre todo a la creación. Y eso es lo que hago ahora: crear a June y a Henry. Alimentarlos con mi fe. En mi fragilidad está el simbolismo de esa frágil consecución que los obsesiona. June ve en mí a la mujer que tras visitar los infiernos sale ilesa y quiere permanecer ilesa. June no perderá su yo, su yo ideal. Y Henry quiere ser el Dostoyevski ideal. El artista. Encuentra en mí la imagen de esa identidad de artista. Completa, poderosa, ilimitada. No necesito su arte para glorificarme. Tengo mi propia creación. June, para ser más generosa, debería ser artista. Gracias a Allendy puedo renunciar a una mera victoria. Amo. Amo a ambos, a Henry y a June. Y June, que me ama ciegamente, busca también mi destrucción. Mis páginas sobre ella, que son una obra de arte, no la satisfacen. Ignora su fuerza y su belleza y repite la queja de que no es verdad todo lo que digo. Pero en ningún momento me dejo confundir. Con independencia de June, conozco el valor exacto de esas páginas. Mi obra, pues, en primer lugar. Tambaleante mi poder como artista, ¿qué otro poder me queda? Mi estímulo natural, mi vitalidad, mi verdadera imaginación, mi salud, mi vida creativa. ¿Y qué hará June con ellas? Drogarlas. June me ofrece muerte y destrucción. June me hechiza –habla con su rostro, sus caricias, me seduce, usa el amor que siento por ella para la destrucción–. Una muerte por partida doble. La frescura de mi cuerpo ha de destruirse para que mi cuerpo sea como el suyo. Dice: «Tu cuerpo es tan fresco y el mío tan estropeado». Y así, ciega, sin nada reprochable, inocente, matará mi frescura, lo intacto que ella ama. Matará todo cuanto ama. ¿De dónde viene este conocimiento oscuro? Del humo, de la locura, del champán, de la intoxicación de las caricias, de los besos y de la exaltación. Estamos en el Poisson d’Or, tocándonos las rodillas, ebrias la una de la otra; y June está embriagada de sí misma. Le ha dicho a Henry que no es nadie, que ha fracasado en su intento de ser un dios y un Dostoyevski, que es ella quien sí es un dios, su propio dios. Así se realiza el milagro. El engaño. Henry está muerto. June ha vuelto a 19 ser aniquiladora. «Henry», dice ella, «es un niño». Pero yo protesto y le digo que creo en Henry como artista y luego confieso que lo amo como hombre. Y entonces me pregunta: «Amas a Henry, ¿verdad?», y añade que yo hice a Henry mi mayor regalo. Mis ojos se empañan de dolor. Sabía que si lo admitía salvaba a Henry, porque Henry se convertiría de nuevo en un dios. Nadie, salvo un dios –dice ella–, puede ser amado por ella o por mí. Por lo tanto, Henry sería un dios. Y ella, en la inocencia de su enorme egoísmo, me pregunta: «¿Tienes celos de Henry?». Dios, ¿yo celosa del amor de Henry por June o del amor de June por Henry? Es entonces cuando me siento fluida, disuelta, fuyante. Y huyo de la tortura que me espera como un gigantesco exprimidor de sangre que oprimiera mi carne entre June y Henry. Escapo haciendo un esfuerzo sobrehumano para librarme de la destrucción y la locura. Quedo presa por un momento. June advierte en mis ojos el infinito dolor. He hecho a ambos mi gran ofrenda. Entrego el uno al otro, dando a cada uno la más bella imagen de ellos mismos. Soy únicamente la reveladora, la armonizadora. Y cuando vuelven a encontrarse, a ella le doy un Dostoyevski y a él una June creativa. Yo solo quedo aniquilada humanamente. Ambos me han amado. Mi amor por June y Henry es menor en proporción a mi rebelión contra el sufrimiento. Creo que amo en ellos una experiencia que no pueda destruirme –en la que ya no entro del todo– porque quiero vivir. Por la tarde. Ha venido Henry y, al principio, hemos estado tensos. Luego ha querido besarme y no se lo he permitido. No, no podía soportarlo. No, no debía tocarme, me habría herido. Le sorprendió. Me resistí. Me dijo que me deseaba más que nunca, que June se había convertido en una extraña, que las dos primeras noches con ella no había sentido ninguna pasión. Que, desde entonces, era como estar con una puta. Que me amaba y que solo conmigo sentía la conexión entre la imagen de su mente y su deseo, que era imposible amar a dos mujeres, que yo había desplazado a June. Antes de decirme todo eso ya me había rendido –la intimidad me pareció tan terriblemente natural: nada había cambiado–. Me sentí aturdida, todo me pareció igual. Y yo que había pensado que nuestra relación parecería irreal, que la relación natural entre June y Henry se renovaría. Ni siquiera puede acostumbrarse a su cuerpo; debe de ser porque no hay intimidad entre ellos. Lo miré todo como si se tratara de un fenómeno. Después de ocurrirme esto con Henry es posible creer en la fidelidad amorosa. Repaso 20 sus últimas páginas sobre el regreso de June y las encuentro vacías de emoción. Ella ha agotado sus emociones, las ha exagerado. Luego, todo el asunto me parece irreal y tengo la impresión de que Henry es el más sincero de los tres y que June y yo, o yo sola, lo engañamos. Ya no hay tragedia. ¡Henry y yo nos reímos juntos de las múltiples complicaciones de nuestras relaciones! Tengo miedo de lo que me ocurre. Miedo de mi frialdad. ¿Acaso Henry ha agotado, también, mis emociones por la angustia inconsciente que le produce la amenaza constante de June a nuestra felicidad? ¿O es que lo que a menudo se espera demasiado, la alegría que se desea demasiado, me aturde y soy incapaz de sentirla cuando llega? June le dice a Henry que he dicho que lo amo. Parece sorprendido. Quizá cree que estaba borracha cuando lo dije. –¿Cómo? ¿Qué quieres decir, June? –Oh, simplemente que te ama, no que quiera acostarse contigo. Y los tres nos echamos a reír. Pero me preocupa también que June crea tanto en mi amor que, cuando me pregunta si tengo celos de Henry, lo que quiere decirme es que debo eliminar a Henry, odiar a Henry, a causa de mi amor por ella. Recuerdo nuestras caricias anoche, en el taxi, mi cabeza echada hacia atrás bajo sus besos, pálida ella y mi mano en su pecho. No imaginó en ningún momento la escena de hoy. Y unas veces la engañada es ella, otras Henry y otras yo. Y Allendy y Hugo, los únicos hombres sinceros del mundo, están hablando en este momento, celosos de mí. Infeliz Hugo. Henry no tiene celos de June, sino de mí, tiene celos y teme que yo ame a June o a Allendy. Esta noche siento que quiero abarcar toda la experiencia, que puedo hacerlo sin ningún riesgo, puesto que Allendy me ha salvado. Que voy a ir con June a todas partes para adentrarme en todo. Carta a Henry: Fue estupendo que riéramos juntos, Henry. Cualquier cosa que haya entre June y yo solo sirve para que sienta con mayor confianza mi profundo amor por ti. Es como si estuviera pasando la mayor prueba de mi amor por ti. La mayor prueba de toda mi vida. Y aunque estuviera bebida, drogada, hechizada o cualquier cosa que me perdiera, siempre, siempre estarás tú, Henry... No quiero herirte mencionando a otros. No tienes que sentir celos, Henry; te pertenezco... Pero mi amor por Henry es un eco profundo, una prolongación profunda de un yo interior con una eterna doble cara. Tengo una doble 21 personalidad. Está mi amor profundo y desinteresado por Henry que puede cambiarse fácilmente por otro amor. Siento su terminación, igual que siento que el amor de Henry por mí terminará cuando él sea lo bastante fuerte para prescindir de mí. He hecho la obra de un psicoanalista, una pieza viva de clarificación y orientación. Es verdad, por lo tanto, lo que la astrología dice acerca de mi extraña influencia en la vida interior de los demás. Je prends conscience de mon pouvoir, de la fuerza de mis sueños. La misma June no tiene verdadera imaginación; si la tuviera, no necesitaría drogarse; June tiene hambre de imaginación. También Henry tuvo hambre. Y ambos me han enriquecido con sus experiencias. Me han dado mucho. Vida. Me han dado vida. Allendy ha despertado en mí la inteligencia, porque los sentimientos estaban hundiéndome, la vida me estaba hundiendo. Me dio la fortaleza, gracias a la cual libero mis pasiones y mis instintos sin morir, como antes. A veces me duele que ahora haya menos sentimientos y más inteligencia. Como si antes fuera más sincera. Pero si ser sincera consiste en arrojarse por la borda, es que era la sinceridad de la derrota. Suicidarse es fácil. Vivir sin un dios es más difícil. La embriaguez del triunfo es mayor que la embriaguez del sacrificio. Ya no necesito hacer tanto para ocultar la inutilidad de mis cambios internos, sustituir para comprender. Necesito hacer poco, pero ese poco me exige un gran esfuerzo. Por la tarde. Allendy espera que rompa con Henry. Veo adónde va con sus preguntas. Espera con ansiedad. Y hoy me siento conmovida por sus caricias. Son maravillosas. Le digo que lo amo. No cree en ninguna dualidad. ¿Lo creería si leyera mis diarios? ¿No son algunas frases que escribo más frías que lo que él imagina de mí? Esta vez tengo la impresión de estar jugando con Allendy. ¿Por qué? Creo que es más sincero que yo. Me conmueve y me da miedo. ¿Es a él a quien voy a herir –el primer hombre– y por qué? ¿O acaso todo esto no es más que mi manera de defenderme de su poder? Sentada aquí esta noche, recuerdo sus manos. Son carnosas, pero las puntas de sus dedos son idealistas. Cómo repasan el perfil de mi cuerpo, cómo hunde su cabeza en mi pecho y huele mi pelo. Cómo nos levantamos juntos y nos besamos, hasta que sentí vértigo. Henry no habría esperado para levantarme el vestido, habría perdido la cabeza. Luego vuelvo a casa alegre y animada y Hugh me tira sobre la cama, loco de celos, me folla delirante y me rasga el vestido para morderme 22 los hombros. Y finjo complacida, sorprendida por la tragedia de los modales cuando ya no sirven. La pasión de Hugh ha llegado demasiado tarde. Quiero estar en los brazos de Henry –la intimidad– o en los de Allendy –lo desconocido–. ¡Y yo, que siempre había querido que me desgarraran el vestido! Siento en demasía los alejamientos, los encuentros, las prolongaciones, los nuevos chispazos. Hay en mi cabeza un centro de control, todo diamantino, pero, cuando examino mis emociones, veo que se disparan en direcciones diferentes. Hay una tensión de superactividad, de superexpansión, el deseo de alcanzar de nuevo la cima gozosa que alcanzo con Henry. ¿Podré fundirme con Allendy? No lo creo, porque el mayor gozo, como Henry sabe ya, es intimidad, totalidad, pasión absoluta. ¿Cuántas intimidades hay en el mundo para una mujer como yo? ¿Soy una unidad? ¿Un monstruo? ¿Soy una mujer? ¿Qué me lleva a Allendy? La pasión por la abstracción, la sabiduría, el equilibrio, la fuerza. ¿A Henry? La pasión, la vida ardiente y desmedida, el desequilibrio del artista, la fusión y la fluidez de los creadores. Siempre dos hombres: el que es y el que ha de ser, siempre el momento alcanzado y el momento siguiente, adivinado demasiado pronto. Demasiada lucidez.
Los celos de Hugh me halagan. Está celoso de Allendy. Mañana irá a decirle que le ha quitado a su esposa, le dirá que está derrotado, que me ha entendido muy bien, todo lo bien que puede un científico, pero que él, Hugh, me posee. Hugh sabe que Allendy quería provocar sus celos, de una vez por todas, para que mostrara agresividad con los hombres y no amor y complacencia, para que se salvara de su pasividad homosexual, por la cual deja que otros hombres amen a su mujer. Sabe que todo esto debe de ser un juego psicoanalítico con un propósito definido, pero en este caso no se trata de un juego, porque los sentimientos de Allendy están involucrados. ¡De modo que lo que Hugh le diga herirá a Allendy! ¡Y Hugh va a herir al hombre que más ama para afirmar su hombría y su amor por mí! Y mientras Hugh me cuenta todo esto, con su nueva y clara intuición, yo permanezco en silencio, deseando temerosa que no haga daño a Allendy. Pienso ir a verlo y atenuar el efecto de las palabras de Hugh, la historia de Hugh sobre mi vestido roto. Aunque sé que Allendy no va a recibir daño, que está protegido por su tremenda clarividencia. Está tan seguro de que no amo a Hugh; y con cuánta seguridad me espera. ¡Admiro su terrible dominio de sí mismo, de la vida y del dolor!
Texto tomado de: http://www.siruela.com/archivos/fragmentos/IncestoFuego.pdf
Imagen tomada de: uncajonrevuelto.com
Autobiografía
Me llamo Miguel Angel Rangel Cruz, soy de Torreón, Coahuila, México, tengo 16 años y esta so algunas cosas mías que deben saber:
Cuando pequeño quería estudiar zoología (únicamente para pasearme en la sabana o meterme en una jaula para estudiar tiburones). Y todo eso comenzó con la primera vez que fui a un acuario (el acuario Mazatlán para ser precisos).
Le tenía miedo a las arañas (ahora es más respeto que miedo). Antes era por ser criaturas desconocidas, pero debido a una pesadilla (de esas que te dejan secuelas), les tenía terror (en esa pesadilla, soñé que un grupo de tarántulas se comían a mi mamá) (tenía como 4 años, era peque e inexperto).
Cuando pequeño quería estudiar zoología (únicamente para pasearme en la sabana o meterme en una jaula para estudiar tiburones). Y todo eso comenzó con la primera vez que fui a un acuario (el acuario Mazatlán para ser precisos).
Le tenía miedo a las arañas (ahora es más respeto que miedo). Antes era por ser criaturas desconocidas, pero debido a una pesadilla (de esas que te dejan secuelas), les tenía terror (en esa pesadilla, soñé que un grupo de tarántulas se comían a mi mamá) (tenía como 4 años, era peque e inexperto).
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